La comunicación de Francisco
La comunicación del mensaje evangélico es una de las especialidades más difíciles de abordar. Desde que soy chico escucho desaciertos sobre la materia. Eso que nací con el Concilio Vaticano II, que ya entonces (1965) evidenciaba una profunda preocupación al respecto.
Con la llegada de Juan Pablo II hubo una primera aproximación a la necesaria reconciliación de la máxima figura de la Iglesia con la audiencia masiva global. Karol Wojtila era muy carismático y supo presentar el dogmático discurso de su ghost writer Joseph Ratzinger a la opinión pública. Algo que el propio papa alemán no pudo ni supo hacer al convertirse en Benedicto XVI. Pero que Francisco supo retomar.
Cabe aclarar que, a mi juicio, ninguno de los papas que sucedieron a aquel Concilio vulneraron la ortodoxia. Tampoco lo hace Francisco aunque, como buen jesuita, le gusta jugar al fleje.
La gran dificultad que se experimenta al intentar evangelizar masivamente es, justamente, la pérdida de la individualidad, del contacto personal que permite transmitir el testimonio de una vida plena y felíz por la elección del Camino del Calvario de la entrega a los demás y la negación de sí mismo. Eso no se puede expresar fácilmente con palabras ni con imágenes: hay que experimentarlo.
El método comunicacional de Jorge Bergoglio hace eje en la ternura. Por eso es exitoso. No es un gran cultor de las reglas de la comunicación institucional estratégica, sino que se las arregla para transmitir mensajes personales de compromiso con los más necesitados, orientado a la trascendencia divina.
Ciertmente, lo hace por los medios masivos, mediante imágenes y palabras. Pero haciendo eje en la transmisión de los gestos que consagran algunos valores.
Esto fue lo que Pablo S. Otero nos contaba ayer en el diario La Prensa que se trató en el Primer Congreso sobre Comunicaciones de la Secretaria Pro Communicatione de la Santa Sede realizado días atrás en Madrid y que condujo su titular, Lucio Adrián Ruíz, que reveló que "el Papa da importancia al proceso profesional y organizativo de la comunicación".
Los cambios se iniciaron con su consagración papal, al ordenar la unificación de los nueve organismos ocupados de comunicar la acción eclesial en el Vaticano en la referida Secretaría.
El estilo comunicativo del Santo Padre fue resumido en cinco puntos: la proximidad, la búsqueda del encuentro, la gratuidad, la misericordia y la esperanza, que resumen el método fundamental de la ternura.
"Evangelizar en las redes no se trata de compartir fotos bonitas de los gestos del Papa con un mensaje; sino de vivir cada uno esa ternura que él refleja", aclaró Ruíz, y llamó a realizar un ejercicio personal, un examen de conciencia, que pueda conducir al hombre a la coherencia entre la Fe que profesamos y la conducta diaria, y sobre todo, la influencia de Dios en cada uno, que se descubre en la oración.
La fuente de esta información es un elemento interesante a analizar. La Prensa es tal vez el único diario católico confesional de orden nacional o capitalino, en donde tales principios no quedan relegados a la página editorial sino que empapan el punto de vista -siempre presente en la labor periodística- desde el que se aborda la realidad.
Es uno de los pocos que creen que el mensaje de la Iglesia puede ser noticia aún cuando no signifique un cambio en el protocolo, en la tradición o en la doctrina.
Pablo S. Otero tiene allí una columna sabatina sobre Razón y Fe, que me ha hecho descubrir muchas joyitas como ésta.+
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