El discurso de Alberto
Ingenio La Florida, Tucumán |
De sus maneras me llamaron la atención su educación y amabilidad, tanto en sus gestos como en sus expresiones, y su versatilidad, ya que incorporó mensajes que había escuchado unos momentos antes y durante el mismo día con total espontaneidad.
Respecto del contenido de su discurso criticó a Cristina por haber dejado dos problemas, la de la inflación y la del déficit fiscal, para poder ganar en credibilidad al criticar al actual gobierno por haberlos duplicado, y agregó que se agregó un nuevo problema: la deuda; asimismo, se quejó de que el FMI haya permitido aumentarla, aunque mantuvo el equilibrio al manifestarse en favor de "cumplir con nuestros compromisos con el exterior". Criticó dura y repetidamente al Gobierno por mentir y por improvisar y, sobre este punto, recalcó: ¿y así quieren ingresar a la OCDE?
El mensaje cerró con un fuerte llamado de esperanza para la producción, particularmente a las pymes, a quienes aseguró que ofrecerá su mayor preocupación, pero también al conocimiento aplicado en tecnología y ciencia, como herramientas del futuro de las naciones.
Recién al final hubo alguna referencia a lo social, a que no haya más chicos con hambre.
Fue un discurso sofisticado y muy apoyado en su gestión como jefe de gabinete de Néstor Kirchner.
Encontré una similitud con Sergio Massa: el timbre de su voz que, cuando lo sube, se le aflauta.
Fue un discurso breve, como de diez minutos, y emotivo, ya que alegró a algunos e irritó a otros.
Una última observación: a diferencia del Presidente, no se lo ve entrenado por profesionales, sino aprendido de su propia experiencia. Es filoso en sus expresiones, pero sin ofender, y valórico en sus consideraciones.
Esto se traduce en forma agresiva cuando transciende a través de los medios. Lo que nos llega por terceros, sean periodistas u otros dirigentes, suele estar sazonado en forma muy picante.
Me animo a pensar que su forma de expresarse variará en estos primeros tiempos de la campaña hasta que encuentre su propio tono. Pero lo que se vio el martes en el Jardín de la República merece una aprobación.+
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