Serás lo que debas ser...


El documental de Guillermo Vilas en Netflix cumple cabalmente con homenajear a una de las grandes figuras del deporte argentino y del tenis mundial de los 70.

Lo que apena es que se haya ocupado exclusivamente de demostrar que efectivamente fue Número Uno en el ranking de la Asociación del Tenis Profesional (ATP), que en definitiva es una frivolidad, en lugar de haberse dedicado al hombre detrás de la proeza. Nadie duda que Vilas fue un Número Uno.

Es muy probable que la ATP haya hecho lo posible por negarle el galardón por cuestiones de estilo. Vilas era un rebelde en cuestiones del aspecto extrerior y algo irreverente en cuanto al reconocimiento de la majestad institucional, pero era un titán de la conducta. 

Esa paradójica personalidad podría haber sido más interesante que develar -no tan rigurosamente como parece querer demostrarlo- la aritmética injusticia. Fue ese espíritu tan libre para sentir como disciplinado para trabajar el que lo hizo tan querible para el público y, muy probablemente, lo que atrapó a esa reina de la belleza planetaria que era Carolina de Mónaco, la princesa de Mónaco, a la que hizo su novia.

En cambio, debemos agradecerle que no haya profundizado en su faz artística, a la que soslaya en el final. 

No hubiera costado nada agregar una leyenda que explique su real estado de salud. Esa omisión deja sabor a biografía autorizada. Al igual que el título, que remite al Padre de la Patria. Así y todo, vale la pena verlo.+)

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