Encuarentenados y Excepcionales



Existe una interesante tensión entre los que estamos encuarentenados y los que disfrutan del régimen excepcional.
Los encuarentenados no estamos presos, pero tenemos los movimientos muy acotados al barrio. Los excepcionales hacen una vida casi normal, excepto que no pueden hacer reuniones con amigos o familiares, ni deporte, ni asistir a celebraciones religiosas. Pero su frontera de movimiento es infinita a los ojos de los encuarentenados.
Los encuarentenados creemos que estamos más seguros, porque estamos resguardados. Los excepcionales saben que están mucho más expuestos y que difícilmente no trasladen sus riesgos al hogar y al mismo mercado o panadería al que vamos los encuarentenados.
Pero es extraño porque son los excepcionales los que más se quejan de la cuarentena. 
Más aún, en la medida que los excepcionales no tienen problemas, naturalmente, relajan sus controles y tienden a llamar a los encuarentenados a desencuarentenarse. Porque saben que, al final, estamos todos expuestos.
El paso más difícil para un encuarentenado es salir; el de un excepcional es no ceder al reflejo de la normalidad.
Es un dialogo difícil de comprender dadas las perspectivas de cada interlocutor.

No hay comentarios: