Los desafíos del trabajo
Esta mañana tuve el honor de hablar en la Jornada de Formación Sindical "Empleos Verdes en la Argentina: su impacto en el mercado laboral", que se realizó en Tucumán y cuya apertura estuvo a cargo del ministro de Trabajo, Jorge Triaca y el secretario de Trabajo, Horacio Pitrau, entre otros, merced a una generosa invitación del Coordinador de Formación Sindical; Leonardo Pasccón.
Compartí el primer panel con el secretario de Trabajo de Tucumán, Roberto Palina; Christoph Ernst, que es un especialista de la OIT, y el presidente de la Asociación de Productores de Arándanos de Tucumán, Francisco Estrada.
Estas fueron las palabras que preparé para la disertación:
Agradezco mucho la invitación al Ministerio. Celebro esta iniciativa que en última instancia aspira a empoderar al trabajador; a formar dirigentes, que son los que garantizarán el dialogo y la construcción de paz social, y que apunta al trabajo verde y sustentable, que incluye al sector de a caña de azúcar.
Prefiero hablar de trabajo, ya que el empleo es un término del siglo veinte y que no necesariamente se refiere a la creación de valor, que es lo que caracteriza al trabajo.
En este útimo siglo hemos podido observar las consecuencias de un veloz proceso de un cambio tecnológico que se inicia hace dos o tres siglos; un impacto cultural y social, un emergente económico y un reacomodamiento institucional o político.
Este proceso pasó de tener una dinámica aritmética a una geométrica y produjo una acumulación política y económica sorprendentes.
Sin embargo, en esta etapa de ambos fenómenos no podemos asegurar que la concentración económica que produjo el capitalismo haya creado más empleos ni mayor inversión, o que la democracia de masas haya favorecido a las prácticas republicanas, que la hacen más virtuosa.
Para colmo, la mediatización derivada de las distancias y las dimensiones provocó una despersonalización y luego, una deshumanización.
Para colmo, la mediatización derivada de las distancias y las dimensiones provocó una despersonalización y luego, una deshumanización.
En lo social, hemos experimentado el aceleramiento y la masividad del éxodo rural hacia las ciudades. En la región más favorecida por la inversión agropecuaria, la pampeana, no vemos que haya producido más que una desertificación rural.
Culturalmente, no celebro el evidente abandono de las tradiciones y del arraigo local.
Si observamos al mundo, podemos ver que en los países centrales del siglo XX se ha producido una reacción, que en los Estados Unidos se llama Trump; en Gran Bretaña, Brexit, y en Europa occidental, los nacionalismos.
Estas mayorías no discuten el futuro, sino que cuestionan el presente: el parque museológico industrial o ferroviario, el desempleo masivo -lo que los empuja a la xenofobia- y el enaltecimiento de quimeras futurísticas que no le producen mayores beneficios en la actualidad.
Gracias a Dios, la realidad es distinta en ese lado del mundo. Por lo pronto, tenemos un Gobierno que se interesó en la región desde el principio, al instaurar el llamado Plan Belgrano. Además, acá en el Noroeste tenemos una política de Estado -que el actual Gobierno profundizó- que permitió, a través del bioetanol, ofrecer una nueva salida al azúcar, que es un cultivo tan masivo como tradicional en la región -con los beneficios culturales que eso implica-; mejorar el abastecimiento de combustible, hacerlo más sustentable y permitir sostener a las empresas que lo sostienen mediante esfuerzos heroicos, por citar al flamante ministro de Producción, Dante Sica.
Sólo unos héroes pueden soportar el constante cambio de reglas de juego, como sucedió con el cambio de fórmula del precio del bioetanol, con los avatares financieros que vivimos por estos días, con el fallo judicial que suspendió el sistema de cupos o con la aplicación de regímenes fiscales como el que anuló la 814, que grava las contribuciones patronales de las empresas que mejor pagan cuando están instaladas en el interior.
Estamos hablando de empresas que son mayormente locales. A veces ni podemos llamarlas nacionales. Dan trabajo y movilizan las economías locales de una manera que es fácil de advertir si uno recorre la región.
Este empleo verde es una verdadera solución geopolítica, porque se trata de una actividad lejana del puerto y próxima a las fronteras.+
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