El Lobista feroz
La Plaza de Mayo remozada |
El alboroto es natural ya que no estamos acostumbrados a ser el centro de la atención del público, sino todo lo contrario.
Lamentablemente hay que celebrar que, en términos cinematográficos, está muy bien hecha. La fotografía es espectacular, la música está buena, la narración es tan atrapante como el ritmo de nuestra actividad, las actuaciones son excelentes y el guión es verosímil y bien documentado.
Lo triste es que hayan elegido a un cínico, a un inescrupuloso y a un desprejuiciado como protagonista, maravillosamente bien encaranado por Rodrigo de la Serna, habiendo colegas que colaboran tan decisivamente con el bien comun.
Asimismo, le agregan -como en House of Cards, obvia musa inspiradora de esta serie- el condimento del sexo, tan familiarizado con los escenarios del poder.
Lo bueno es que no lo exponen como a un chanta. Es una persona tal vez demasiado abocada a su trabajo y orientada al logro de los resultados. Tampoco aparece, al menos en este primer capítulo, como un mentiroso; lamentablemente, sí como un delincuente.
Si bien está algo exagerada, la vida de este lobista es tan atrapante como en la vida real. Personalmente, no entiendo como alguien puede donar su vida al servicio puro de la codicia. Pero ahí está y en una foto muy bien lograda.
No está solo en estas lides; su colega y competidora parece ser un clon de este personaje ferozmente ambicioso. El guión podría haberle hecho el favor a la profesión de hacerlo competir con uno de los buenos.
De igual manera, a la política la ilustra como absolutamente vil y orientada al exclusivo enriquecimiento de sus miembros. La prensa tiene su párrafo que la pinta como extorsiva también.
Así como hemos elogiado furiosamente su factura técnica, desde el punto de vista institucional El Lobista es una denuncia atroz y algo excesiva de la realidad y le hace muy flaco favor a la República. No todo es negro; también hay blancos y, a veces, también hay grises.+
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