El silencio final de un gran comunicador


La comunicación es un tema pendiente para la Iglesia.
San Juan Pablo II se manejó muy bien en este terreno y prueba de ello fue el nombramiento de un vocero seglar y profesional, que murió ayer y motiva este texto.
Benedicto XVI, a pesar de ejercer una magnífica pastoral, no logró hacer pie en la opinión pública y resultó opaco para los muchos apurados consumidores de medios, que son la mayoría de la gente.
El Papa Francisco recuperó la buena comunicación de Karol Wojtila y obtuvo grandes aciertos en esta materia, como lo había hecho oportunamente en Buenos Aires.
Sin embargo, la Iglesia argentina no logró mantener los esfuerzos por él realizados y es dueña de una pobrísima comunicación al punto, a mi juicio de fallar a la caridad si la entendemos como dar al otro lo que necesita.
La creencia de que yo soy el que soy y comunico lo que me parece y como quiero puede ser honesto, pero es claramente insuficiente y mediocre.
La Iglesia tiene el deber de evangelizar y, para hacerlo, debe alcanzar una eficaz distribución del mensaje, de modo de evitar las distorsiones del contexto.
Los silencios y la extraña timidez eclesiástica en el concierto de una sociedad histérica y voraz no constituyen el necesario respaldo que los laicos necesitamos para obtener eficacia en la transmisión de nuestro testimonio.
Pareciera haber un desencuentro entre la urgencia de difundir buena noticia en la actualidad y la paquidérmica apariencia gris del clero vernáculo.
Joaquín Navarro Vals tuvo que vencer numerosas resistencias internas a sus transformaciones, y lo hizo con éxito. De allí que este blog le realice con este texto un póstumo homenaje y pide una oración en su memoria.+


Joaquín Navarro Valls: vocero de Juan Pablo II, cambió la comunicación en el Vaticano

Por Elisabetta Piqué para LA NACION
JUEVES 06 DE JULIO DE 2017

Gran pesar provocó ayer en el mundo de los vaticanistas la muerte, a los 80 años, de Joaquín Navarro Valls, histórico vocero de san Juan Pablo II, durante 22 años.

Español, nacido en Cartagena, pero también de ascendencia catalana, miembro laico de la prelatura del Opus Dei, Navarro Valls fue médico y periodista. Fue Karol Wojtyla, el papa polaco, quien sorprendió a todo el mundo cuando, en 1984, siendo Navarro Valls corresponsal del diario ABC en Roma, lo llamó por teléfono para ofrecerle ser su vocero.
De hecho, Navarro Valls hizo historia al convertirse entonces en el primer laico y en el primer no italiano en dirigir la Sala de Prensa del Vaticano. Trabajando codo a codo con un papa tan mediático como Juan Pablo II, durante su mandato el funcionamiento de la denominada Sala Stampa se modernizó drásticamente. Fue en su período que, en 1997, la Santa Sede desembarcó en Internet. Navarro Valls siempre contaba que, cuando le contó al pontífice polaco que existía la red de redes, éste, luego de preguntarle "¿y nosotros no estamos?" y tener una negativa, le ordenó de inmediato montar el sitio.
De perfil muy alto en los últimos años de pontificado de Juan Pablo II, marcado por su enfermedad, Navarro Valls fue protagonista de varios momentos históricos de ese papado. Todo el mundo recuerda su viaje a Cuba para entrevistarse con Fidel Castro en vísperas de la primera e histórica visita de un papa a la isla comunista, en 1998. Durante los últimos seis meses de pontificado, con gran afabilidad explicó a la prensa, con sabiduría de médico, pero con simplicidad, cómo avanzaba la agonía de Juan Pablo II. Influyente, en el Vaticano era tratado con la misma deferencia que un cardenal.
Tras la muerte de Juan Pablo II, luego de seis meses junto a Benedicto XVI, pidió ser relevado del cargo y fue sucedido por el padre Federico Lombardi. Entonces regresó a la medicina, volviéndose presidente del advisory board de la Universidad Campus Bio-Médico. En los últimos años, lo atacó una enfermedad grave, que sobrellevó, según sus allegados, "sin que nadie se diese cuenta".

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