Periodismo y extorsionismo

REPORTAJE A UMBERTO ECO

“Se hace periodismo para las elites”

Ensayos. Escribió más de cuarenta, como Confesiones de un joven novelista.

El genial escritor revela cómo ideó Número cero, donde recrea el submundo de la redacción de un diario inescrupuloso. Explica por qué necesita seguir dando clases y cómo perdió la fe. Sus nuevos proyectos.

23/08/2015 | 00:06

—Nadie se cree que un libro de Umberto Eco se lea en dos tardes. Este último, Número cero, no parece escrito por usted…
—Mis novelas anteriores eran sinfonías, éste es un solo de Charlie Parker. Lo mejor fue la llamada de mi editor francés, que me hizo mucha ilusión: “Umberto, ¡esta novela parece escrita por un jovencito!”. Mis novelas anteriores me tomaron al menos seis años de trabajo cada una, pero ésta se basa en experiencias personales, en noticias políticas fáciles de encontrar, y sólo me ha ocupado durante un año.

—¿Tan mala imagen tiene de los periodistas?
—Describo un periódico asqueroso, que juega con la información no para publicarla, sino para especular. Por lo general, los periódicos no son así. Pero ilustres periodistas italianos como Scalfari me han dicho: “Umberto, señalas algunos de nuestros problemas más graves, las taras del periodismo de hoy”. Roberto Saviano, tal vez exagerando, ha dicho que es un manual de periodismo. ¿Qué denuncio yo? Si un periódico entrevista al presidente, el poder de influencia de esa entrevista debería ser sobre el público, no sobre las altas esferas, que es lo que está sucediendo. Se hace periodismo para las elites. El chantaje de hoy no es que yo le digo a mucha gente que usted ha robado, sino que se lo cuento solamente a dos. Voy a la mesa de una persona importante, le cuento la noticia y sugiero que podría contar más. Ahí es donde los periódicos tienen su verdadero poder, no sobre el hombre de la calle que lee el mismo texto de una forma distraída y no se da cuenta de los mensajes en clave. ¿Por qué hay tantos pequeños periódicos que venden muy poco pero reciben subvenciones? Porque su función es la de enviar un mensaje privado. Dicen: “Yo sé algunas cosas y podría decir más”, y con eso consiguen favores.

—Usted dice que se puede engañar diciendo la verdad. ¿Cómo?
—¡Claro! Es lo que hacen los periodistas que activan la máquina del fango; no es necesario lanzar acusaciones muy graves: de asesinato, robo… Si no tienes eso y quieres desacreditar a alguien, basta una sombra de sospecha sobre el comportamiento cotidiano. Hay un juez italiano al que destruyeron con una chorrada: lo describieron sentado en un banco, en un parque público, no hay nada malo en eso, pero no se corresponde a la imagen clásica que tenemos del juez. Se dijo que quizás fumaba marihuana como otra gente que iba al parque, que era extraño que estuviera allí con tantos casos pendientes en su juzgado, se puso énfasis en sus calcetines ridículos de colores…


(Fragmento de la entrevista publicada en la revista Bocas del diario El Tiempo de Bogotá, publicado en Perfil).

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