La privacidad

La saga de Julian Asange, primero, y de Edward Snowden, después, tal vez con mayor claridad, pusieron en el tapete un tema crítico: la privacidad de la información que manejamos en la red virtual; a la sazón, la otra cara de la moneda que nos ofrecen las magníficas tecnologías de la información.
En el programa de ayer de Argentina para Armar una mesa redonda de especialistas se dedicó a profundizar en el tema.
Brasil tomó una decisión al respecto: solicitó a las empresas internacionales que manejan información de brasileros (los señalados por Snowden fueron Google, Facebook, Apple y Microsoft), que mantengan esos datos en servidores nacionales. En lo que a políticas de Estado se refiere, parece algo interesante a analizar.
Rusia, en cambio, decidió recuperar las máquinas de escribir para escapar del control informático global. Suena a retroceso.
Pero la pregunta que uno personalmente se hace es la misma, ¿tendremos que trabajar off line -es decir, a mano- la información confidencial, o habrá alguna clase de servidores que mantengan la data en nuestro suelo? Como Tanring!, supongo. Aún así, siempre habrá alguien que tenga acceso a nuestra información. ¿Alcanzará la Ley de Habeas Data para darnos tranquilidad o deberemos, sencillamente, elegir el gerenciador de información que menos nos preocupe?

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