La voz empresarial
Todavía ronda por mi mente un editorial del diario La Nación titulado ¿Empresarios o Cortesanos?. Si bien podría discutirse el concepto de empresario que pueden tener un liberal o un socialcristiano o un socialista, no quisiera ingresar en ese terreno porque no me compete.
Prefiero concentrarme en el siguiente párrafo: "Lo cierto es que, en la Argentina, en el momento del mayor avance del Gobierno sobre la actividad privada y el derecho de propiedad, el empresariado habla poco y nada por temor a las "vendettas" de gobernantes que han dado sobradas muestras de arbitrariedades".
Para ser precisos, la voz empresarial no siempre es emitida por empresarios sino por profesionales de las relaciones públicas. Confundir al propietario de un emporio con un pequeño emprendedor, con un alto ejecutivo o un relacionista público es una generalización en la que suelen caer los periodístas ávidos de títulos al menor esfuerzo.
Para ser justos, el sector empresarial habla mucho on the record. Mucho más que off the record. Ciertamente, las inversiones, los adelantos tecnológicos y ciertas soluciones ingeniosas, tienen una "Breve" valoración para la prensa.
Vende más un traspié, un entredicho, un trascendido, un quebranto, un yerro. Puede ser. Pero es injusto pedir que alguien testimonie contra sí mismo.
Hace unos pocos lustros, a eso de las seis o siete de la tarde los teléfonos empezaban a sonar. Los periodistas querían chequear datos antes de escribir y, de paso, sondear el funcionamiento de los negocios. Eran conversaciones de largos minutos. A veces pedían un café solamente para saber si había alguna novedad interesante por reportar.
Actualmente, los periodistas llaman poco y nada, y cuando lo hacen no siempre tiene relación con la búsqueda de información. Muchas veces publican sin verificar, con una sola fuente -no siempre oficial- de resguardo.
Los cada vez más jóvenes periodistas bailan al ritmo de algún bocón interesado, carecen de agenda propia y saben cada vez menos de muy pocas cosas.
Es una pena que un diario querible y entrañable, serio y prestigioso como La Nación, se enoje con el sector empresarial sin antes hacer una autocrítica.+
Prefiero concentrarme en el siguiente párrafo: "Lo cierto es que, en la Argentina, en el momento del mayor avance del Gobierno sobre la actividad privada y el derecho de propiedad, el empresariado habla poco y nada por temor a las "vendettas" de gobernantes que han dado sobradas muestras de arbitrariedades".
Para ser precisos, la voz empresarial no siempre es emitida por empresarios sino por profesionales de las relaciones públicas. Confundir al propietario de un emporio con un pequeño emprendedor, con un alto ejecutivo o un relacionista público es una generalización en la que suelen caer los periodístas ávidos de títulos al menor esfuerzo.
Para ser justos, el sector empresarial habla mucho on the record. Mucho más que off the record. Ciertamente, las inversiones, los adelantos tecnológicos y ciertas soluciones ingeniosas, tienen una "Breve" valoración para la prensa.
Vende más un traspié, un entredicho, un trascendido, un quebranto, un yerro. Puede ser. Pero es injusto pedir que alguien testimonie contra sí mismo.
Hace unos pocos lustros, a eso de las seis o siete de la tarde los teléfonos empezaban a sonar. Los periodistas querían chequear datos antes de escribir y, de paso, sondear el funcionamiento de los negocios. Eran conversaciones de largos minutos. A veces pedían un café solamente para saber si había alguna novedad interesante por reportar.
Actualmente, los periodistas llaman poco y nada, y cuando lo hacen no siempre tiene relación con la búsqueda de información. Muchas veces publican sin verificar, con una sola fuente -no siempre oficial- de resguardo.
Los cada vez más jóvenes periodistas bailan al ritmo de algún bocón interesado, carecen de agenda propia y saben cada vez menos de muy pocas cosas.
Es una pena que un diario querible y entrañable, serio y prestigioso como La Nación, se enoje con el sector empresarial sin antes hacer una autocrítica.+
Comentarios
Un abrazo,
José Ignacio Murga